jueves, 18 de agosto de 2011

Entre extraños



Inmediatamente me acordé cuando hace algunas semanas en la agencia me advirtieron que era necesario cambiar la batería de mi carro. Me enfureció recordar que, con absoluto desconocimiento del tema, yo había decidido que probablemente aguantaría hasta el próximo cambio de aceite, y que la cambiaría entonces. Hoy, había pasado el día entre presas y aguaceros con el aire acondicionado puesto, y finalmente había terminado de matar una batería agonizante.


 De pronto me encontraba con el vehículo apagado en el medio de la calle, las luces intermitentes puestas,  rodeado de transeúntes ocupados y choferes con prisa que rápidamente me hicieron saber su descontento. Como pude empujé el carro a un lado para no detener el tránsito; la garua me mojaba al mismo tiempo que empezaba a sudar por la angustia. La gente que pasaba por la acera me miraba, los buses rozaban mi retrovisor izquierdo y los carros me hacían luces como si yo estuviera disfrutando el estar ahí varado. La temperatura empezaba a subir y el sabor del momento se cocinaba dentro de una olla de presión en aquella noche húmeda, en medio de la hermosa calle de la Amargura…

No tengo idea cuando tiempo pasó, tal vez unos cinco minutos, pero me parecieron eternos. De pronto se acercó un muchacho de pelo largo y bulto cruzado. Mi primer pensamiento fue hacia la computadora en el asiento del pasajero, pero al acercarse me dijo: ¿necesitás ayuda para empujarlo? y así de fácil, todo terminó.

Manejando a casa con un sentimiento enorme de gratitud hacia alguien que nunca volvería a ver, me acordé de un amigo que, viendo a una mujer con un coche, un bebe y mil cosas más, trataba de escapar la violenta lluvia con una pequeña sombrilla mientras corría del centro comercial hasta su carro. Mi amigo, consciente del episodio, se le acercó con un paraguas enorme y la tapó para que pudiera dejar de sostener la sombrilla entra la barbilla y el hombro mientras aseguraba los cinturones de su bebé. Cuando lo vi, unos momentos después de este evento, él estaba empapado, pero con una sonrisa monumental.

Los recuerdos de este tipo de historias siguieron aflorando sin esfuerzo. Me acordé cuando una persona le había pagado el pasaje a otra que solo tenía un billete de diez mil y como el chofer no tenía cambio, no lo dejaba ingresar al autobús; y cuando un desconocido hizo mil recovecos para que una billetera extraviada fuera recuperada por su dueña.

Mientras pensaba en el tema, me di cuenta de dos cosas que pienso se deben rescatar:  


La primera, es que hacer bien se siente bien. En mi caso, no tuve la oportunidad de agradecer a quien probablemente era un estudiante de la UCR; la madre nunca supo quien fue su protector bajo la lluvia, y el muchacho del bus nunca tuvo mayor contacto con quien le salvó en aquella ocasión. Pero estoy seguro que todos esos “ayudantes” saben lo que hicieron, y que la satisfacción fue quizá aún mayor para ellos que para sus “ayudados”, quienes en silencio lo agradecieron profundamente.

La segunda, es que fácilmente recordé muchísimas historias, algunas simples y otras más complejas, pero todas metáforas de algo más grande: el hecho de que vivimos en sociedad, y todos nos relacionamos y necesitamos mutuamente. Por más precavido que se sea, simplemente hay cosas que no se pueden controlar,   por lo que ocasionalmente será un desconocido quien pueda salvarnos. Además, que ese desconocido podemos ser todos, usted y yo, y ya que no se controla cuando se estará en problemas, entonces parece justo y necesario estar dispuesto y consciente a ser esa ayuda “caída del cielo” cuando alguien más la necesite, de todas formas, se siente bien hacerlo.

Hoy en la noche decenas de personas me vieron curiosos mientras estaba varado en la calle de la Amargura, pero con solo uno que me ayudó, me cambió el mundo – muchas gracias macho


Alonso Muñoz
    Agosto, 2011

17 comentarios:

  1. Gracias, Alonso, por este articulito.
    Definitivamente tu tarea de escritor marca diferencia... en medio de discursos que critican -razones para lo cual hay infinitas- tu escrito es un oasis, un pocito de agua clara en esta experiencia de convivencia urbana.
    Gracias, Alonso,
    Merce

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  2. Lindo Alonso, estoy totalmente de acuerdo!! De hecho hay días que yo soy esa "completa extraña" que amanece con deseos desbordantes de ayudar a todo el mundo... jaja pero es curioso como hasta los amigos se extrañan y a veces hasta incómodos se sienten de que uno les ayude en algo... estamos tan acostumbrados a ser individualistas que a veces desconfiamos de las buenas acciones desinteresadas.. Saludos y un gran abrazo!
    Vero.

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  3. Alonso,
    que calor en el corazoncito.. yo también soy de la que guarda historias como las que recordaste como con la intención de convencerme de que sí, que todavía se puede andar por el mundo. Es increíble como se marca la diferencia con mínimos actos de solidaridad con la gente (y en mi caso, como amante de los animales, con seres de otras especies).
    Me hiciste recordar que en el viaje que hicimos Nico y yo en julio a NYC, en medio de un bus lleno se subió una señora y Nico se levantó y le insistió que tomara el asiento. Inmediatamente toda la energía del bus cambió y todo el mundo sonrió. Cuando nos bajabamos, menos de 10 calles después, una señora le tocó el brazo a Nico y le dijo: "Your mother should be proud of you". Se vuelve imposible no sonreír!
    Keep them coming!

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    1. ¡Que bueno! que lindo... eso es cierto, la energía del lugar cambia cuando pasan esas cosas... la gente baja sus escudos y se siente entre gente de nuevo...

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  4. Alonso me encantó tu artículo porque yo se sentido esa ayuda incondicional de una persona desconocida y sé verdaderamente la gratificación tan enorme que se siente de esa solidaridad en un momento angustiante. Ya he leído otros artículos tuyos y sabés que escribís muy bien? Ligia

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  5. Yo viví un episodio parecido al de la sombrilla: si bien no llevaba un bebé, llevaba un montón de documentos y "no me alcanzaban las manos". Me acongojó mucho el señor que se acercó a ayudarme e incluso rechacé su ayuda porque él ni siquiera llevaba paraguas, pero insistió, así que se acercó y sostuvo mi sombrilla mientras yo me acomodaba con todos mis chunches en el carro y me iba seca y con todo a salvo, mientras que él siguió caminando todo mojado. Realmente esas historias son chorritos de agua tibia directo al corazón, y son inspiradoras porque no solamente te hacen creer en los demás, sino que te hacen creer en tu propia bondad.

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  6. tratar a los demás como te gustaría que te tratasen a ti - porque vivir asi vale la pena.

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  7. Hoy, cuando la bondad y la generosidad humanas  no son tópico frecuente pues no vende periódicos ni aumenta los ratings de los telenoticieros, leer algo como lo que escribiste, Alonso , además de humedecerte los ojos te devuelve a la cara una sonrisa esperanzada.  
    Qué tal un periódico que bendijera ( en el sentido literal de "decir bien " ) nuestros despertares y desayunos con las noticias y sucesos de lo más hermoso del ser humano: actos  desinteresados de amor al otro, la solidaridad, la gentileza, la responsabilidad , el bien común, el respeto...
    y no el temor y la desconfianza que nos recetan cada día con los atroces sucesos que reportan de la manera más amarillista posible.
    Sin cerrar los ojos a la realidad del mal pero confiados y apostando a la capacidad de bien de muchos, muchísimos seres humanos.
    Gracias !
    Marcela.

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  8. Alonso, que feliz me siento de que existan personas como usted que nos contagian a los demas con reflexiones tan positivas que nos inspiran a seguir multiplicando todo lo bueno que podemos hacer los unos por los otros. Espero esta bola de nieve siga creciendo para que lo bueno sea la mayoria y me encanto la idea de Marcela de un periodico que se enfoque en mostrar todas las cosas buenas que estan sucediendo en nuestra humanidad. Pienso que seria una muy buena fuente de educacion de todo lo bueno que hay e inspiracion para muchas mas cosas positivas que podemos hacer.
    Gracias Alonso por compartirnos lo que hay en tu corazon.
    Melissa F.

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  9. Qué lindo leer estas palabras en medio de tanta atribulación, decepción, o descontento... Esto es lo que nos da esperanza y ganas de decir "aún quedan cosas buenas que rescatar"...
    Igual a vos, comencé a recordar episodios de este tipo, y me llenó de alegría darme cuenta que son muchos...
    Gracias Alonso por abrir espacios para que entre la luz... Un abrazo grandísimo.
    Daniela L.

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  10. Alonso:
    Definitivamente esos gestos hacen que uno recupere la fe en el ser humano como ser solidario, como un ser social. Entre tanta trifulca nos olvidamos que con pequeñas cosas se generan grandes resultados entre todos nosotros, que tienen el efecto de perpetuar lo que es hacer el bien sin mirar a quién.-
    Saludos,
    Laura M

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  11. Me encantó lo que escribiste, es totalmente cierto, primero que ayudar se siente bien y segundo es impresionante como hay personas que al ver que uno ayuda se asustan o se extrañan y muchos ni siquiera se toman la molestia en pensar en que pueden ayudar...pero siempre hay alguien que al final yo creo que son como el angel de la guarda de uno... A mi me paso que habia un viejito muy muy mayor por mi trabajo que estaba buscando algo de comer en la basura y la gente pasaba y lo veia feo y yo fui y le compre un cafe y un pan en el am pm y se lo di y me miró con unos ojos de eterno agradecimiento y la gente alrededor mio me vio como si estuviera haciendo algo malo.. pero yo me senti tan feliz de ver esos ojos de aquel señor.. Gracias por compartir

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  12. Gracia spro compartir este artículo. El sábado pasado a una amiga se le varó el carro, la batería...lo cierto es que dos amables personas se ofrecieron ayudarnos a empujar el carro...ya casi llovía. y era una calle muy transitada, al lado de la casa Italia.

    Se valora tanto ese gesto, encontrar esos "ángeles terrenales" que aparecen en el momento justo.

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  13. Bien hecho Alonso: compartir esta reflexión es tan generoso como empujar el carro. En este caso nos enseñaque hay esperanza.

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  14. Que rica lectura, fue como una bocanada de aire fresco... :)

    se me vino una frase a la mente:
    "solo un exceso es recomendado en el mundo: el exceso de gratitud." - La Bruyere

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  15. Qué bueno leer esto en medio de tanta incertidumbre. Me encanta. Que buena la frase de Carla...

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  16. A veces estamos tan ocupados llorando por lo que nos falta, que no disfrutamos de lo que si tenemos.
    Descubrir la solidaridad en medio del infortunio, produce la innegable sensación de que no estamos solos en este mundo abarrotado de estrés e inconformidad.
    GRACIAS A TODOS AQUELLOS HÉROES DEL MOMENTO, QUE ACUDEN EN AUXILIO CUANDO NADIE LOS ESPERA Y SE VAN SIN QUE NADIE LOS NOTE. A TODOS ELLOS... INFINITAS GRACIAS!!!

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