viernes, 8 de octubre de 2010

Más Seguros



Aún no era tarde, antes del anochecer pero ya terminado el día. Iba a ser solo un momento: ella se bajaba, se ponía un suéter y de vuelta a la calle, mientras tanto, su hermano y yo la esperábamos en el carro frente a su casa. No habrán pasado dos minutos, tal vez tres cuando un vehículo se parqueó atrás bloqueándonos la salida, un tipo corpulento y con capucha en su rostro se me sentó a la par y me empujó la cabeza con un arma al mismo tiempo que otro, muy amablemente, me abría la puerta mientras también me apuntaba para que saliera del auto. En total me parece que eran tres tipos con armas y rostros tapados, fácilmente cuatro, pero la memoria y la imaginación se mezclan y confunden y ahora no estoy seguro de lo que realmente pasó, solo me queda el sentimiento.

Hoy, cuando llegué a la oficina me contaron que anoche, poco después de que la mayoría se había ido, varios tipos forzaron la entrada, encañonaron a los que aún estaban dentro y se llevaron una laptop… ¡una laptop!
         
Aunque el primer episodio precedió al segundo en casi tres años, es increíble como el relato de hoy hizo aflorar los malos recuerdos. El sentimiento de que la vida está en peligro por alguna estupidez, que un hombre con madre, amigos y sueños está amenazando, sin importarle mucho, la Vida. La agonía de sentirse indefenso, de saber que lo que pase no depende de uno, sino que por un momento, no se vale nada; y peor aún, que sea solo otro relato más de los muchos que ya hemos escuchado.

Posteriormente viene la rabia, la cólera, el odio, el arrepentimiento de no haber tenido un arma a mano y la tristeza de no ser contra balas, las ganas de vengarse… y entonces? Pues comprar una 9mm, una 45 o algo similar, tal vez una escopeta o un rifle corto. No se dura más de un día en conseguirlas y su precio no es tan exorbitante. Ahora sí, ¡estaremos protegidos!

…y entonces, ¿adonde está fallando este plan magistral dado que cada vez se escuchan más asaltos violentos? ¿Por qué no estamos cada día más seguros si cada día estamos más armados? 
Pues porque la violencia genera violencia. Es muy evidente que los países más seguros no son los que más armas tienen. Que la compra de armas para erradicar el problema de violencia no está funcionando, ni aquí, ni en USA ni en ningún otro país hermano como lo muestran el documental Epidemia, Michael Moore en Bowling for Columbine y muchos más.

Somos un país sin ejército, nos enorgullecemos y nos sentimos diferentes por no tener maras, pero tenemos miedo cada vez que llegamos a la casa, cuando vemos alguien desconocido caminando por el barrio, miedo de las motos de cross y de los Hyunday con vidrios oscuros. Vivimos con miedo. Poco antes de sentarme a escribir estas líneas, le pregunté a un conocido sobre cómo comprar un arma, me respondió: “podés comprarla en armería, pero si es pa jalarse una torta, mejor comprá  una robada pa que no quede a tu nombre”, si, ¡una robada! Parafraseando a nuestro presidente continuo: “Contrario a lo que predican algunos, no existe seguridad en las armas. No existe seguridad, porque las armas son mercenarios que ante cualquier fin (…) se arrodillan. Quien duerme seguro porque ha adquirido un arma, ignora que el peligro nunca duerme. Está demostrado que la proliferación de las armas de fuego entre la ciudadanía se traduce siempre en un aumento de la violencia. Es decir, al adquirir armas para protegernos del peligro, estamos engendrando el peligro.” 

El incremento de armas no es la respuesta. Estamos moviéndonos en una dirección que no ayuda, poco a poco nos hundimos más en esas arenas movedizas en las cuales no queremos estar, y peor aún, lo hacemos de forma colectiva, saltamos al precipicio de forma conjunta. Si usted está pensando en adquirir un arma piénselo mejor… con mala suerte esa arma podría terminar provocando el miedo que queremos disminuir. Continuando con don Oscar: La conexión entre una legislación restrictiva en la tenencia de armas y bajísimas tasas de homicidio doloso no es fruto de la casualidad, como lo demuestra la experiencia de los países de Europa Occidental y Japón. Desgraciadamente la solución no está en algo tan simple como armarnos más y más, sino en una transformación social de la forma en que vemos la violencia, de la educación, de la solidaridad y quién sabe, tal vez hasta de la inteligencia, pero aún no soy experto en la materia. Lo que sí, es que tal como usted, estoy cansado de escuchar historias de conocidos víctimas de esta situación que cada día está peor.  Este círculo vicioso se realimenta con el aumento de armas en la calle, entonces de seguir así, ¿cuándo va a terminar? ¿será que algún día los buenos van a tener más armas que los malos y éstos se darán por vencidos? …ni usted, ni yo, lo creemos.



Alonso Muñoz -


Articulo publicado el 28 de Noviembre del 2007 en La Nación.








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