El día estaba caliente. El mismo sol que iluminaba Multiplaza y las avenidas de Escazú, entraba por las ventanas de la buseta y me quemaba los muslos. Habíamos pasado el Parque de Diversiones y seguíamos avanzando hacia el oeste. Al sur se veían los edificios que se levantan al pie de la pista 27, de los cuales no solo nos separaba el río Torres y su cuenca enorme, sino que estábamos en lados opuestos de cualquier parámetro usado para medir desarrollo. Estábamos llegando a la Carpio.
Iba con un grupo de norteamericanos a visitar una ONG que trabaja con inmigrantes asentados en La Carpio. Al llegar nos recibió Gail Nystrom, creadora de la Fundación Humanitaria de Costa Rica. Una mujer impresionante y amable que sintió la necesidad de una mejoría en la educación y la salud de los habitantes de la comunidad, y desde hace varias décadas organiza talleres y actividades para mujeres y niños.
Al ingresar al edificio sede de la organización, encontramos una pequeña sala de espera, un salón central con niños cuidados por voluntarios rubios y mujeres trabajando en cuartos aledaños. Sus paredes tenían dibujos y posters educativos. Sus ventanas estaban cubiertas con una malla gruesa, y no tenían vidrio. Se sentía un aire de solidaridad, de esperanza.
Gail nos explicó sobre el barrio. Nos contó sobre el trabajo que hace la Fundación y algunos de sus proyectos… con absoluta humildad, lo hacía sonar sencillo.
Al terminar la breve introducción, salimos a caminar.
La Carpio es un barrio marginal al oeste de la capital. Su tamaño es un poco más grande que el campus principal de la UCR y lo habitan alrededor de 35mil personas. De ellas, casi la mitad es menor de edad y una de cada tres tiene menos de 12 años… También allí, colindando con el caserío, se encuentra el relleno sanitario más grande del Área Metropolitana, el cual recibe 700 toneladas de nuestra basura diariamente.
Es un poblado de latas y lastre y calles angostas serpenteadas, algunas muy pocas están pavimentadas y sus aceras son insuficientes. Mientras algunas casas son de zinc, otras tienen dos pisos construidos en block y otras, de madera y pintadas de colores encendidos, fueron construidas por voluntarios de Un techo para mi país. Hay polvo, y cuando sopla el viento se mete en los ojos. Huele a humo y a agua estancada. Se escuchan sirenas y las avionetas del aeropuerto de Pavas. Se escucha reggaetón. Los postes, cables y medidores eléctricos, como telarañas adornan el paisaje. Las casas son pequeñas, pequeñísimas, y mujeres amigables, normalmente con niños en brazos, en la puerta de sus viviendas veían al grupo pasar. Dentro de las casas se ve ropa tendida y televisores encendidos. Mientras avanzábamos veíamos tanques sobre algunos techos porque a menudo se va el agua, también se ven antenas de Sky. Hay pulperías y pick-ups vendiendo fruta. Se ven láminas herrumbradas, rejas, portones y camiones repartidores con escolta armada. Hay escombros, basura, botellas vacías y envoltorios de frituras obstruyendo los caños, agua sucia fluyendo por las calles que no los tienen. Se ven distintas alegorías de dios y calcomanías desteñidas de campañas políticas… Hay niños. Ese día había un grupo jugando fútbol en una calle sin pavimentar, usando una bola vieja y estallada y piedras como marcos. Me acuerdo haber leído que todos sonreímos en el mismo idioma, y estoy seguro que el grupo de norteamericanos entendió perfectamente la felicidad sincera e infantil de los niños que nos decían adiós mientras atravesábamos su campo de juego.
Mientras el grupo seguía avanzando yo conversaba con una de las lugareñas. Cuando reiniciaba mi camino escuché una voz que algo me dijo. Al buscarla, vi que provenía de una niña pequeña con un vestido anaranjado y ajado por el uso, tenía zapatos negros gastados y medias dispares. Era una pequeña preciosa de no más de 5 años de edad. Tenía ojos negros, piel morena, pelo despeinado y mientras me veía con la cabeza ladeada, se hacía colochitos. Su cara tranquila y a la expectativa de mi respuesta emanaba un asomo de esperanza. Me acerqué y me hinqué para ser de su tamaño. Ella, ida con sus ojos absortos en mí, repitió - ¿verdad que usted no es gringo? Su mirada inocente, como abismo infinito, me drenaba la voz y me tomó algunos segundos responder. En ese momento, sintiéndome como un turista, me golpeó darme cuenta que estaba inmerso en Su realidad, en Su lugar de infancia, y me dolió pensarlo.
Allí hincado, con el sol en la cara y sintiéndome lejísimos de ella, me sentí egoísta, mediocre, y hasta cómplice.
No dudo por un segundo del potencial de Natalia, pero dudé de nuestra capacidad como sociedad, de permitirle desarrollarlo realmente. Con una educación mediocre y un sistema poco solidario, erosionamos su autoestima y socavamos el diverso abanico de opciones con que nace cada niño hasta dejarle añicos y migajas. Por ahora, ella seguramente todavía sueña con ser maestra o doctora o cantante... y la distancia casi infinita entre sus sueños y su realidad, me parte el alma.
Natalia me puso a pensar que muchos de nosotros, por pura suerte, nacimos con más posibilidades que otros: con acervo social, satisfacción más allá de las necesidades básicas y oportunidades para el desarrollo individual; y con todo esto, también la obligación moral de ser solidarios.
De pronto me molestaba sobremanera la ropa que nunca uso y está doblada en mi closet. Me dolió recordar la computadora en mi casa que hace un año no enciendo. Me molestó el sistema deplorable donde estudiará Natalia y lo poco que le exijo a mis gobernantes. Me avergonzó mi poco interés en la política y mi poquísima participación en causas que necesitan colaboradores. Pensé en todos aquellos que están en contra de una verdadera educación sexual y en los que hacen ver los anticonceptivos como un problema, aumentando el riesgo de Natalia de quedar embarazada antes de si quiera terminar su educación básica. Maldije la corrupción que carcome el sistema mientras los culpables impunes disfrutan de sus "logros". Me dio grima pensar en los derroches de sin-sentidos de algunos diputados, el egoísmo de sus posiciones. Me dio cólera lo amansados que estamos para aceptar desfalcos políticos. Pensé en los evasores de impuestos. Todo esto contribuyendo a perpetuar, directa o indirectamente, esta realidad donde me encontraba, y solamente posible gracias al silencio sumiso y alcahueta de todos los que no hacemos nada para cambiarlo.
Por otro lado, también sentí esperanza por personas como Gail, que más allá de buenos deseos, realmente contribuyen. Me acordé de una amiga que generosamente rompe su rutina para dar clases a niños de poblaciones de alto riesgo. Sentí gratitud por los voluntarios de un Techo para mi País. Pensé en las miles de ONG que desinteresadamente trabajan mejorando la situación de problemas sociales y ambientales que a todos nos conciernen. Pensé en la gente que dona su tiempo, que da su cariño, y que pone de su parte para hacer la diferencia.
Nuestro sistema puede ser una belleza en comparación al de nuestros vecinos, pero tenemos mucho por mejorar. Necesitamos garantizar oportunidades reales que permitan el ascenso social, una verdadera educación universal. Cualquier esfuerzo que se haga, cualquier cosa buena que se logre, vale la pena hacerla, aunque sea solo por ella.
Ahora estoy sentando en mi oficina escribiendo esta nota, estoy lejos de la Carpio en la comodidad de mi hogar, pero desgraciadamente esta realidad no desaparece por no estarla viendo. La Carpio es parte de nuestra sociedad, de nosotros. Mucho más que una estadística que maquillar, es una realidad para miles de personas, miles de niños que nada tienen que ver con la triste historia de Nicaragua o la corrupción de nuestros estados. La Carpio es un ejemplo, un recordatorio de esa clase menos privilegiada que crece cada día. La desigualdad es la raíz de muchísimos problemas, aún más que la pobreza misma, y cuando esa desigualdad es tan enorme, también es inhumana.
Alonso Muñoz
- Enero, 2012
Mi sobrina, viendo el mar. |
Para aquellos que me conocen... pues no, mis hermanos aún no tienen hijos, pero a las hijas de mis primas y primos, las quiero como sobrinas. Glori, en la foto, es una de ellas.
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Demasiado bueno amigo, ud conmueve a cualquiera, al menos a mi lo hizo, y desgraciadamente tengo q decir q soy una de esas personas que no hace mucho por contribuir aunq mi corazon me lo diga en cada latido.... Y es cierto cualquier cosa que se pueda hacer buena cuenta... pero entre más hagamos más contará.... A cambiar acciones se ha dicho...
ResponderEliminarGracias ALON!
ATTE MASI
Toca las fibras del alma y tira de la consciencia y el pensamiento!
ResponderEliminarGracias!
Excelente artículo, de verdad llega a lo más profundo de nuestra indiferencia. Merece que lo publiquen en un diario, para que mucha gente lo lea y lo interiorice.
ResponderEliminarY saber que como La Carpio existen muchas comunidades en Costa Rica! Qué país estamos construyendo o estamos permitiendo con nuestra indiferencia que se contruya?
Gracias por la reflexión.
Te felicito por tu artículo, es una triste realidad... y no hacemos nada. Quisiera saber cuáles son las necesidades básicas para tratar de ayudar, sé que muchas personas podrán hacerlo también o con quien puedo comunicarme para que me orienten.
ResponderEliminarMe duele saber el futuro de estos niños.... tenemos que actuar ya.
De verdad que este articulo se debería sacar en el Periódico.
De nuevo gracias por hacernos participes, un abrazo,
Grettel Villalobos
Ouch, Alonso, me remueve un dolor que experimento desde que crecí en la calle 8 y estudié en un colegio de chicas lindas en Moravia... Me recuerda la impotencia de no saber qué hacer o dónde... Gracias por presentarnos a Gail y a Natalia... y sí, por romper ese cómodo silencio...
ResponderEliminarGracias otra vez por compartir lo que ven tus ojos.
ResponderEliminarWaoooo! Amigo ... Gracias x compartir ...
ResponderEliminarFlor Cm
Hola Alonso. Me siento orgulloso de haberte conocido cuando apenas eras un niño y ahora seas capaz de remover nuestra consciencia. Buen trabajo el de tus padres.
ResponderEliminarUn abrazo
Jorge Valerín
Me encanto la descripción de Natalia y su pregunta - verdad que usted no es gringo - se me quedo pegada en la cabeza. Me hubiera gustado saber mas de ella. Será Natalia la protagonista de tu primera novela?
ResponderEliminar- Mariella
Hola Alonso!
ResponderEliminarTe agradezco por compartir tu expriencia, la cual definitivamente narras de una forma muy concientizadora y conmovedora una historia de una realidad que, sin duda alguna, es parte de todos nosotros.
Creo que el tema de la Carpio, al igual que muchos otros, no tiene que ver tanto con desigualdad económica, ni de oportunidades, ni con el sistema deplorable en el que estudiará Natalia, ni en lo poco que exijo a mis gobernantes, sino más con desigualdad de valores sobre los que nos regimos en la vida.Cuando uno tiene oportunidad de trabajar con personas que vienen de estos medios,como es mi caso en el trabajo, se da cuenta que muchos están en esas condiciones, porque así lo deciden....no aprovechan oportunidade de trabajo, prefieren la vida fácil sin esfuerzo, etc. Otros, sin embargo, aprovechan cada oportunidad que se les brinda y es ahí donde podemos plantar, con nuestro aporte, la semilla del cambio. Lamentablemente, un niño, como Natalia, será una víctima de las decisiones de sus padres, hasta que sea adulta y pueda decidir por ella misma cuáles son los sueños que quiere cumplir y el cambio por el que quiera esforzarse (porque todo lo que querramos en la vida va a requerir esfuerzo!)
Creo firmemente que si a algunos la vida nos ha sonreido más y hemos crecido con mejores oportunidades, no es solo para nosotros, sino para que, con esas capacidades, aportemos a una sociedad más humana, con mejores valores y más solidaria. Es decir, desde nuestra posición no podremos cambiar el mundo, pero sí influenciamos en nuestro entorno inmediato, así es que con esa conciencia nos debemos conducir........para aportar al bienestar general.
La reflexión que haría no es si en la vida he tenido más o menos oportunidades que gente de la Carpio, o cualquier otro lugar, sino, más bien, cómo aporto yo, desde una posición con mejores posibilidades, para el crecimiento de la sociedad de la que formo parte......
Saludos y nuevamente, gracias por compartir tu experiencia
No se si leimos otro articulo, pero no veo como puede obviar el hecho que los valores de la vida, a los que responsabiliza y de alguna manera -que le soy sincero, no llego a entender- amarra
Eliminarcon el "tema de la carpio y otros", esten directamente ligados con los factores que toca el articulo de desigualdad social.
Para vivir la vida facil, sin esfuerzo y desaprovechar oportunidades no hay que vivir en la carpio, conozco mucho que hacen eso desde su mansion en algun lujoso residencial. En su contraparte, tampoco porque vivo en la carpio me gusta vivir la vida facil, sin esfuerzo y desaprovecho oportunindades.
Desmotivacion social.
Hay que salirse por un momento de la burbuja de privilegios en que vivimos para poder realmente entender la profundidad del articulo y asumir un poquito de esa responsabilidad que nos toca a todos de porque la sociedad no esta bien ni funciona equitativamente.
Definitivamente no comparto tu apreciación: "no tiene que ver tanto con desigualdad económica, ni de oportunidades, ni con el sistema deplorable en el que estudiará Natalia, ni en lo poco que exijo a mis gobernantes, sino más con desigualdad de valores sobre los que nos regimos en la vida" ... los valores que nos rigen son ideas y metas que adoptamos, creamos y reforzamos durante nuestras vidas, pero que por supuesto estarán completamente alineadas con nuestra forma de vida, con nuestro entorno y nuestra realidad, con lo que aprendemos de nuestros padres y comunidad... Muchas veces se ha hecho el experimento de trasladar a un niño nacido en ambientes de miseria a un medio donde tenga mayores oportunidades y se comprueba que el futuro del niño cambia... por tanto SI creo que se trata justamente de desigualdad económica, de oportunidades y del sistema educativo... y sobre los tres temas debemos ser vigilantes cada uno y exigirles a nuestros gobernantes, además del aporte propio que en eso sí coincido... "Obras son amores y no buenas intenciones"
EliminarEl artículo al igual q los anteriores me gusto mucho, sentí q esta vez está escrito con un tomo “de vos a vos”, además de más intimo, al leerlo lagrimeé… creo q estos escrito mueven células estancadas en nuestros cuerpos… y creo q ahí es donde está tu mayor éxito como escritor, tienes la habilidad de trasmitir!
ResponderEliminarEstas hecho una maquina produciendo escritos!!! Gracias por ese esfuerzo
de recopilar para escribir y explicarnos lo q no somos capaces de ver con una fría ojeada; de verdad q admiro tu voluntad de hacerlo!!!
Es una realidad, siempre ha sido una realidad, y no sera mas realidad si nosotros como personas nos salimos de la comodidad y nos vamos a meter ahi a la carpio y nos enrollamos las mangas y a trabajar, pero a trabajar sin esperar nada y sin tratar de figurar, para eso estan los politicos y otros que se llenan las gargantas de su egocentrismo.Esta reflexion me dice que hay una luz parpadeando y que soy yo el que debo de ir a cambiar el bombillo, a enseñar como se cambia un bombillo, porque lo que debemos de hacer es enseñar y no dar, si enseñamos y bien, se aprende bien, pero si damos , se pierde y se perdio. Gracias por esta tu reflexion.
ResponderEliminarGracias Alonso! Yo tengo una niña de 5 años y siempre pienso en la realidad de tanta otra niña que, como ella, solo desea descubrir el mundo. Nadie escoje donde nace. Cada niño es una oportunidad de un mejor futuro para el mundo. Y cada día es una oportunidad para nosotros - Lo importante es no desperdiciarla. Cada día cuenta.
ResponderEliminarUn saludo desde lejos.
Wow... Thank you- again, for your sharing.
ResponderEliminarAlonso, hasta ahora leo esto...Absolutamente genial y absolutamente cierto...Muchas gracias!
ResponderEliminarmuy bueno mae me rompio el corazon y me puso a pensar
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